Presa de los Caballeros- Cueva del Hundidero

 PRESA DE LOS CABALLEROS- CUEVA DEL HUNDIDERO

Montejaque, Sierra de Grazalema

En esta fría mañana nos dirigimos hacia Montejaque, en el límite de la provincia de Málaga, para hacer una corta ruta que nos demostrará cómo la naturaleza siempre, siempre, termina ganando la batalla.

En la carretera de Ronda a Montejaque MA-8403, justo antes de que la carretera se meta entre la Sierra de Mures y el Cerro Tavizna o Taviznilla se abre a nuestra derecha una zona de aparcamientos que será nuestro inicio de ruta. 

Al salir del coche comprobamos que, efectivamente, la mañana está bien fría y el termómetro marca 4º. Así que bien abrigados nos dirigimos hacia el carril de tierra que da inicio a nuestra ruta de hoy.

Es un carril bastante amplio y muy cómodo de transitar que nos va llevando en un ligero descenso todo el tiempo. A nuestro alrededor arbustos bajos que en las zonas de umbría se encuentran cubiertos por una capa de hielo. Aulagas, jaras, falso hinojo y dando un toque más de color los lirios de invierno que con tonos violetas y azulados intentan desprenderse del hielo que los ha cubierto durante la gélida noche.


               En unos pocos metros pasamos junto a unos eucaliptos tras los cuales el carril gira ligeramente a la izquierda para  rodear el Cerro de los Holgazos (coronado de pinos), un mirador natural que nos permite disfrutar de una visión global de la Presa de los Caballeros.


En 1.923 la Compañía Sevillana de Electricidad inicia la construcción  de un pantano en esta zona la Sierra de Grazalema en el que contener el cauce del río Gaduares o Campobuche, con el fin de aprovechar las aguas embalsadas para generar energía eléctrica.


El proyecto del pantano se encargó a la empresa suiza Electrowat quienes emprendieron una colosal obra de ingeniería en la que por primera vez en Europa construirían una presa o muro de cerramiento del tipo “bóveda-cúpula”, con doble curvatura (no sólo de lado a lado, sino también de la base a la corona del muro) que permitiría un mejor aprovechamiento eléctrico de las aguas.

Multitud de obreros trabajaron a ritmo frenético para concluir la obra. Esto impulsó el empleo de vecinos de los pueblos de la serranía, lo que supuso una inyección de capital y mejora de servicios en pueblos como Montejaque, Benaoján o Ronda.

Pero el proyecto no tuvo éxito, ya que la roca caliza sobre la que se asienta y discurre el río Gaduares contaba con  múltiples sumideros a escasos metros de la presa por los que se filtraba el agua y se vaciaba continuamente el pantano.

A pesar de todo, los técnicos creyeron que podrían localizar y taponar las vías de escape. Para lo cual vertieron grandes cantidades de hormigón en las grietas que iban localizando, en una frenética lucha por contener el cauce del río. Mientras los habitantes de la zona conocedores  del terreno insistían en hacerles entender que no podrían retener esas aguas que la roca kárstica del cerro Tavizna se empeñaba en desviar y arrebatar de sus manos.

Todos los esfuerzos de los ingenieros suizos fueron inútiles y la Compañía Sevillana de Elecricidad abandonó definitivamente el proyecto en 1.947, dejándonos como legado esta Presa Seca de Montejaque o Presa de los Caballeros, que hoy podemos recorrer  y que se mantiene en pie como símbolo de la victoria de la naturaleza sobre la mano del hombre.

A día de hoy, en periodos de fuertes lluvias la presa puede llegar a llenarse y embalsar hasta la mitad de su capacidad, pero pronto el agua desaparece siendo tragada por la Cueva del Hundidero para salir algunos kilómetros más adelante por la Cueva del Gato.


               Un sendero de cemento nos invita a avanzar en dirección a la presa, y así empezamos a descender ligeramente mientras nos acercamos a las obras del sistema hidráulico, pasando en pocos metros sobre el aliviadero de aguas que nos da acceso a través de unos escalones a una estrecha vereda pegada a la pared del cerro Tavizna por la que rodeamos parte del cerro hasta llegar  a la presa. Aunque la vereda es estrecha y está a bastante altura puede recorrerse sin ningún peligro ya que una valla y una maya metálicas nos protegen de posibles caídas, y un cable metálico anclado en la roca por el otro lado nos ayuda a tener un recorrido seguro.



Mientras recorremos esta vereda vamos viendo a nuestra derecha los vestigios de la empresa hidráulica que nunca llegó a funcionar, como los medidores de hectómetros de agua embalsada o la casa desde la que se controlarían los mecanismos de funcionamiento de la presa. Avanzamos percatándonos de que la balsa de agua que hay ante la presa se encuentra congelada. Primero pensamos que era sólo nuestra impresión, pero encontramos una piedra que tiramos al fondo y que al rebotar nos confirmó que si que estaba congelada.

Y sin darnos cuenta llegamos hasta la misma presa: un imponente muro de hormigón de más de 83 metros de altura y 84 metros de recorrido. El hecho de poder recorrer la presa (cosa que en un embalse en funcionamiento está totalmente prohibido) nos permite tener una idea de la gran obra de ingeniería que debió suponer ya que al estar seca y poder vislumbrar el fondo se percibe la magnitud de la construcción.

Recorriendo estos 84 metros de corona de la presa, y con los ladridos de Murphy, nos damos cuenta de que los buitres que están empezando a sobrevolar todo el paraje están encaramados en las paredes del cerro Tavizna, disfrutando del sol que tímidamente va calentando. Es verdad que los buitres se encuentran en lo alto de la roca, pero nosotros también estamos a cierta altura lo que nos deja contemplarlos perfectamente a simple vista.

Embelesados mirando a los buitres, empezamos a oir como “crujidos” (aunque no lo haya mencionada el eco sobre la presa es espectacular) que nos parece que proviene de la zona en la que debería estar el agua embalsada. Y efectivamente, al poner toda nuestra atención vemos que la lámina de agua congelada está empezando a crujir a medida que el sol iba alcanzando las aguas que se encuentran en el lecho.


               Tras muchas fotos, comenzamos la vuelta desandando todo el recorrido de la obra hidráulica, y justo cuando dejamos atrás el aliviadero nos encontramos a la derecha un nuevo sendero de cemento y piedras flanqueado por postes de madera y cuerda que nos señalan el camino a recorrer durante 1 km más. Nos dirigimos ahora hasta el fondo de la garganta.

            Empezamos a descender suavemente por el sendero en cuesta, que unos metros más adelante se convierten en escalones.  Y a medida que vamos avanzando empezamos a perder el sol sobre nosotros, nos vamos adentrando en el cañón y la vegetación cambia a nuestro alrededor. Los acebuches (olivo silvestre) se encaraman a las rocas  y un manto de arisarum (llamado también candileja o frailecillo)  cubre de un verde intenso los lados del sendero y parte de las paredes del cañón. 

A medida que vamos avanzando la temperatura desciende y la humedad se empieza a intensificar, esto nos da una idea de que estamos llegando al fondo de la garganta, lo cual nos queda muy claro al mirar hacia los lados y ver la altitud de las paredes de roca que ahora nos rodean. 

En seguida perdemos el sendero de cemento y seguimos andando esta vez sobre las piedras que conforman el lecho seco del río, en la completa sombra y aislados de todo ruido que no sea el que hacemos nosotros al andar o Murphy cuando descubre algo a lo que merece la pena ladrar.

A unos pocos metros sólo de caminar por el lecho del cañón, tras un suave giro a la derecha, de pronto nos topamos con una construcción de cemento, una especia de boca de pozo, vestigio de los trabajos de los ingenieros suizos en su lucha contra la roca kárstica. Y al mirar  más atrás repentinamente vemos la boca de la cueva. Así, casi sin darnos cuenta ha aparecido delante nuestra, así que aligeramos el paso para acercarnos a ella, y entonces nos vamos percatando de las grandiosas dimensiones que tiene la Cueva del Hundidero, con 64 metros de altura, y apenas 10 de ancho. No podemos parar de mirar hacia arriba mientras seguimos andando, y justo cuando estamos en la entrada de la cueva….somos hormiguitas! Qué pequeños e insignificantes somos al lado de esa gran gruta!

               Nos encontramos ante la entrada de un sistema de galerías subterráneas considerado el más importante de Andalucía y uno de los más importantes de España, con casi 10 km. de galerías topografiados.  El complejo conecta las espectaculares y grandiosas grutas de Hundidero (Montejaque) y Gato (Benaoján), ambas declaradas Monumento Natural de Andalucía

La formación de este sistema se produce porque la Sierra del Algarrobo obstaculiza el paso al río Gaduares, que se ve obligado a excavar en la roca para buscar salida a sus aguas, las cuales reaparecen por la Cueva del gato, a más de 4 km de distancia, para desembocar unos metros después en el río Guadiaro.

El carácer torrencial de las aguas del Gaduares ha originado una morfología muy particular en el complejo, cuyas salas llegan a alcanzar los 70 metros de altura. Y en el que en época de estiaje hay que atravesar a nado hasta 25 lagos subterráneos, siendo el más largo de ellos el Cabo de las Tormentas con más de 100m de longitud.

 En la entrada de la cueva un cartel de la Junta de Andalucía nos informa de la prohibición de entrar en la misma sin permiso previo, por motivos de seguridad para nosotros mismos y por motivos de conservación tanto de la propia cueva y sus aguas subterráneas como de la colonia de murciélagos que habita en ella (aunque se puede recorrer la galería principal con empresas de espeleología especializadas y previo permiso del PN Sierra de Grazalema).


Pero una vez llegados a este punto, no podemos resistirnos a dar unos pasos más hacia el interior. Nos adentramos con cuidado hasta donde la luz que entra por la gran abertura de la roca nos permite ver, apenas unos 100 metros desde la entrada. Y allí dentro, en las entrañas de la tierra el silencio es absoluto, sólo se escuchan caer las gotas de agua que se filtra a través de las paredes y techo de la cueva. La humedad y el frío son aún mayor, y vemos salir el vaho de nuestra respiración. El techo sigue estando a muchos metros de nuestras cabezas y las rocas en el suelo de la cueva son también enormes y resbaladizas, una inmensidad nos rodea. Intentamos hacer fotos en las que pueda verse las dimensiones reales de este espacio, pero no lo conseguimos, ninguna foto hace justicia a la envergadura de este lugar.

 Y en el punto en el que nuestros ojos ya no son capaces de acostumbrarse a tanta oscuridad y las manos se nos han quedado heladas decidimos dejar la cueva y salir al exterior (cosa que Murphy agradece, porque no le ha gustado nada la experiencia de entrar en una cueva).


               Y si la bajada al fondo de la garganta puso a  prueba a nuestras rodillas y cuádriceps, ahora serán nuestros pulmones los que tendrán que hacer un esfuerzo extra, ya que nos disponemos a recorrer el sendero de vuelta empezando con un fuerte ascenso. Pero no hay prisa, escalón a escalón mientras entramos de nuevo en calor.

En nuestro camino de vuelta, cuando hemos rodeado el cerro de Los Holgazos tenemos que estar muy atentos para ver a nuestra derecha un sendero de tierra (que ahora estaba cubierto de hierba por la falta de tránsito) que nos dirige a un mirador natural de la totalidad del Monumento Natural Cueva del Hundidero. A unos metros de tomar este sendero vemos un cartel de prohibido el paso por trabajos forestales, y esto se debe a que están acondicionando y delimitando la vereda como las que hemos recorrido hacia la Presa y la Cueva. En este caso es domingo y no hay nadie trabajando, por lo  que dejamos a un lado el cartel y continuamos hasta el mirador (el sendero es de tierra, ancho, y sin ningún tipo de peligro).

Desde este punto podemos observar el Cerro Tavizna al completo, el cerro de Los Holgazos sobre el que ahora sobrevuela en círculos un grupo de buitres, y al asomarnos sobre el muro del mirador vemos el fondo de la garganta y la grandiosa entrada a la Cueva del Hundidero. 


Ahora ya si, volvemos sobre nuestros pasos hasta el aparcamiento donde nos desabrochamos las botas y dejamos a Murphy retozar en la hierba.


            Pero no ponemos vuelta a casa sin dirigirnos antes en coche hacia Benaoján, para ver el circuito completo que hacen las aguas del río Gaduares tras esconderse en Hundidero. Y es que hace sólo unos días el municipio ha inaugurado un nuevo puente sobre el río Guadiaro para dar acceso al Monumento Natural Cueva del Gato, lo que nos permite acercarnos a la gruta de salida del complejo, para disfrutar de ver de nuevo el agua reaparecer de la tierra tras su recorrido en las laberínticas galerías. 
Aguas cristalinas, frías y que se precipitan de la gruta en una ruidosa cascada, que a principios del siglo XX fueron una pesadilla para los ingenieros suizos que intentaban atrapar y retener este torrente.





Datos técnicos de la ruta:

Distancia de ruta: 4,67 km aprox.

Tiempo empleado:  2:30 h. aprox

Provincia: Málaga

Coordenadas del inicio de ruta: Cómo llegar

Track de la ruta: Ruta en wikiloc

Perfil de la ruta:


                                                                                                                      Realizada el 29.01.2023


IMPORTANTE:

Toda la información que facilitamos, incluido el MIDE, es una apreciación personal y subjetiva para el día y las condiciones particulares en las que realizamos la ruta.
Estas pueden variar mucho dependiendo de la época del año y la meteorología.
No somos montañeros ni tenemos experiencia profesional.


La información por tanto que facilitamos no debe tomarse nunca como una información plenamente fiable, aconsejando siempre sean consultados planos, y documentación especializada si se decide realizar la ruta. Teniendo presente que la realización de la ruta es bajo el criterio y responsabilidad de quien la realice.

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